lunes, 14 de mayo de 2012


La Leyenda De La Bruja De Blandura

   

Los Hechos Conocidos


En febrero de 1785, en el antiguo pueblo de Blair (actualmente Burkittsville), que se encontraba en el norte central de Maryland, a dos horas de distancia de Washington DC, una anciana  Elly Kedward engañó a varios niños de la ciudad para que fueran a su casa y les sacó sangre. Cuando los niños se lo contaron a sus padres y les enseñaron las heridas, los ciudadanos reaccionaron con una rapidez brutal. Después de acusarla de brujería, de acuerdo con las leyes locales, la expulsaron del pueblo. 

Kedward fue atada a una carretilla y en ella la empujaron a los bosques, donde la abandonaron a la muerte en de un invierno especialmente duro. Dando por hecho que Elly había muerto de frío, la gente de Blair volvió a una aparente calma. Pero esta calma  fue presagio de otras tempestades. 

En noviembre de 1786, la primera noche que nevó, la hija del magistrado de la ciudad desapareció misteriosamente. Una semana más tarde, el principal acusador de Kedward también desapareció. Para el final del invierno, casi la mitad de los niños de la ciudad habían desaparecido sin dejar rastro, incluyendo a todos los acusadores. 

el hachado perdido

El monte se vuelve un solo eco al unísono y los hombres se ensañan descargando su fuerza en los troncos. Los golpes del hacha sobre la madera resuenan con fuerza. Caen los trozos de leña partidos. 
Dicen que los trabajadores a veces se detienen porque escuchan ruidos y sienten que alguien está espiándolos. Numen Telar es el nombre más temido de la zona y por el que todos hacen silencio.

Quienes lo han visto dicen que es un hombre fuerte y malhumorado, con siniestra expresión en su mirada. Cuentan que le han escuchado en las madrugadas cuando enloquece de soledad y grita su angustia con llantos que resuenan toda la noche. Los días de luna llena puede vérsele vagando por los montes comiendo animales muertos con las manos.
Numen Telar es el espíritu atormentado de un leñador que escapó por un crimen que cometió con su hacha, en venganza por el rapto de su mujer y se escondió en los montes huyendo de la justicia.
Cuenta la historia que a principios del siglo XVIII existió un hombre fornido llamado Numen Telar, quien tenía una esposa muy bonita, de ojos color azul-violeta y pelo negro como la noche. Cuando los hombres miraban su hermoso cuerpo comenzaban a cortejarla. Un día la mujer estaba bañándose en el río Salado y nadie sabe qué sucedió pero dicen que las aguas se la tragaron... Soledad, nunca más apareció.
El hachero la buscó por todas partes pero no la encontró y jamás se le volvió a ver físicamente. Desde entonces dicen que buscó vengarse de cualquier ser humano que le moleste con su presencia. Sólo se comunica con la naturaleza y protege plantas y animales.
Le llaman Numen Telar porque su voz se asemeja al ruido de un hachazo. Con ella atrae a hacheros y meleros de caña, haciendo que sus cuerpos se pierdan para siempre en el monte. Los perros que lo persiguen jamás regresan. El espíritu de Numen Telar por represalia también se lleva al monte a las jovencitas más bellas a su rancho hecho de adobe y excrementos.

Muchos brujos dicen conocer el secreto del Numen Telar... consiste en volver a las personas invisibles... matar un gallo negro, enterrarlo bajo la luna llena y al tercer día, desenterrarlo, sacar el hueso del muslo, limpiarlo y llevarlo atravesado a la boca. De esta forma el espíritu del hombre que perdió a su mujer puede hacerse invisible para acercarse a las mujeres de otros hacheros sin ser visto por nadie.
Si los golpes del hacha se oyen cerca hay que escapar apresuradamente siempre hacia atrás, de frente; si no, éste nos alcanzará y nos llevará a lugares infernales.

Cuentan en Santiago del Estero que aún continúan sus correrías, pues muchas veces las mujeres desaparecen en los montes y otras se vuelven locas. El misterio permanece... por eso todos los hacheros son celosos guardianes de sus esposas.

sábado, 12 de mayo de 2012

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Leyenda de la llorona

Existen innumerables relatos a través del mundo, sobre La leyenda de la Llorona, muchos países como México, Paraguay, Venezuela, Chile, narran historias acerca de “La Llorona” y Perú no es la excepción.
Todos coinciden, en que “La LLorona”, es una mujer joven, de contextura delgada, que asesino a su hijos, por un desengaño amoroso, obviamente las razones y las circunstancias son propias de cada país, pero hay que admitir que el caso peruano se presenta a la fecha, en distintas calles del Centro de la capital, dónde escuchar a “La LLorona”, es común, es tormentoso, lo que origina que miles de familias viven aterrorizadas y en algunos casos, ya se hayan acostumbrado a ella.

Cuenta la leyenda, que “La LLorona”, se llamaba alguna vez, Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, está señorita, era hija de un gran hacendado Limeño, este hacendado Limeño, era muy poderoso, y rico, por ello, le brindaba los mayores lujos, a su hija Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, la misma que después recibiría el nombre de “La LLorona”, pero esta era más bien una muchacha muy sencilla y hermosa, cándida al extremo, llena de amor y alegría que iluminaba la vida del gran Hacendado.

Aquella muchacha de mirar candoroso y lleno de ternura, al transcurrir del tiempo conoce y se enamora de un joven que por esos tiempos conoció, el mismo que desde la primera vez que se conocieron le juro amor eterno.

No transcurrió mas de 1 año, en que Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, conociera a este muchacho y de forma intempestiva, fallece su padre producto de un paro cardíaco fulminante.

Ella se encontraba muy enamorada de él muchacho, por ello accedió, a que él la ayudará con los menesteres de los grandes Negocios que manejaba su padre. Los años, iban pasando, los negocios prosperaban, y cada día el muchacho que hasta ese entonces era el novio de Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, no daba signos de formalizar su situación con ella, a pesar que ella le había dado 3 hijos, por el contrario, cambio su trato, era parco, malcriado y no demostraba ningún respeto por Carla.

El día menos esperado, Carla Tuesta de Soldevilla y Rosario de los Santos, se despierta y resuelve, aclarar las cosas con él; pero, al ingresar al dormitorio que él tenía en la Mansión donde vivían (por que tampoco dormían juntos), lo encuentra con su amante, la misma que era otra mujer viuda y pudiente que fingía ser su mejor amiga.

Carla, al observar tamaño vejamen, coge lo primero que tiene a la mano y arrebate sobre ellos. Carla cogió una vara de metal con los que acostumbrarán cerrar las puertas, y es ahí que de dos golpes claros y precisos con ese metal, que la hermosa chica que alguna vez fuera cándida y tierna, en un momento de locura, se vuelve la peor asesina de aquellos tiempos, pues en medio de su dolor, se dirigió a la habitación de sus pequeños hijos y procedió a reventarles la cabeza y así terminar con sus vidas, pues sentía que ellos le recordarían el engaño del cual fue víctima, pasaron pocos minutos cuando Carla, cae en la cuenta y toma conciencia de su actuar.

LA LEYENDA DEL LAGO DE SANATORIO 

Hace muchos años, en el lugar que hoy ocupa el lago de Sanabria existía un pueblo llamado Valverde de Lucerna, rodeado de tierras fértiles y productivas, la gente del lugar era egoísta, y de actitud poco solidaria y caritativa.
La noche previa a la fiesta de San Juan, una noche lluviosa con truenos y relámpagos, una sombra se mueve lentamente en dirección al pueblo, el relámpago ilumina su vieja capa de lino, se apoya en un bastón del que cuelgan dos conchas, es alto, de barba larga y abundante cabello. Calado hasta los huesos llama a la puerta de una casa.
-¿Quien llama a estas horas?. Le contestan desde el interior
-Un peregrino que busca refugio y alimento para pasar la noche. Contesta
-¿Eres un peregrino?..Pues continua tu camino
El hombre sigue caminando y tropieza por tres veces cayendo y volviéndose a levantar, insiste en otra de las casas, negándose el inquilino a abrir su casa y darle cobijo.
En la ultima casa lo intenta de nuevo
¡Por favor dejadme entrar!
-Déjanos en paz y vete por donde has venido.
Cansado, hambriento y aterido de frío decide abandonar el pueblo, a la salida del pueblo en un altozano ve un horno de leña, donde se encontraban unas mujeres cociendo pan, les pregunta si puede entrar, a lo que ellas acceden. Una vez que se hubo secado al calor del horno, las mujeres hacen un pequeño panecillo para dárselo, lo introducen en el horno y cuando intentan sacarlo comprueban que ha crecido tanto que no pueden sacarlo por la boca del horno. Van probando con trozos cada vez mas pequeños hasta que finalmente uno sale y se lo dan al misterioso peregrino. Este dirigiéndose a las mujeres les dijo:
-Gracias por socorrerme realmente solo vosotras sois dignas de ser salvadas en este pueblo, seguir en el horno y no salgáis esta noche. Voy a castigar a este pueblo, que no se acuerda cuando están con el estomago lleno y calentándose a la lumbre de los que pasan hambre y frío.
El hombre se despide de las mujeres recordándoles que se queden en el horno, una vez que ha llegado a las afueras del pueblo pronuncia esta frase, "Aquí clavo mi bastón, aquí brote un gargallón".
En el lugar donde clava el bastón empieza a brotar un gran caudal de agua, a las pocas horas el pueblo de Valverde de lucerna queda totalmente inundado.
Al día siguiente, el sol ilumina el valle un gran lago cubre lo que antes era el pueblo, solamente una pequeña isla en el lugar donde estaba el horno de leña sobresale del agua. Días más tarde un vecino con la ayuda de una pareja de bueyes Redondo y Bragado intenta sacar del fondo del lago las dos campanas de la iglesia, consigue sacar una pero la otra permanece en el fondo del lago.
El día de San Juan (24 de Junio), las personas que son caritativas y generosas, se dice que oyen el tañido de la campana que reposa en el fondo del lago.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Leyenda del silbón, sinfín o sinfín

La memoria colectiva llanera fecunda de gestas, de historias, de cuentos, mitos y leyendas, de supersticiones, de creencias, de espejismos, de moral y religiosidad, de realidad y fantasía... de identidad; reconoce y valida la existencia del espíritu vagabundo de un hombre que mató a su papá, y fue condenado a vagar por el mundo cargando en un costal los huesos de su progenitor.
El tema es el parricidio y el imperioso castigo físico y moral.
Después de asesinar a su padre, el hombre fue castigado por su abuelo con un mandado de pescuezo (típico del llano). Tras intentar huir fue mordido por el perro tareco, para concluir el castigo, su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de así picante.
El recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este espíritu errante conocido como Silbón.
El silbón, uno de los más reconocido, temido y respetado espanto de la sabana, se presenta en forma de sombra, principalmente a los borrachos. Quienes lo han visto de cerca le dan forma de hombre alto, flaco y ensombrerado, que ataca a los parranderos y borrachos, a los cuales chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.
Cuentan que al llegar el sinfín a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y cuenta uno a uno los huesos; si no hay nadie quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.
Juan Pablo Rojas Hidalgo, en su folleto titulado El Silbón presenta dos versiones diferentes pero que convergen en contenido:
“El silbón” es el alma en pena de un hijo que mató al papá para comerle las “asaduras”. El muchacho fue criado retoñecer (mimado), hacía lo que le daba la gana no respetaba a nadie, de esos que día a día van por el camino del vicio y del crimen. Un día quiso comer víscera de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo, pero tardaba en regresar. En vista de esto el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mató, le sacó las vísceras y se las trajo a la madre para que se las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las “asuraras” de su marido; preguntándole al muchacho, quien confesó la verdad.
De inmediato lo maldijo “pa’ to la vida”. Su hermano Juan lo persiguió con un “mondador”, le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro “tureco” que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.
La segunda versión cuenta que “El Silbón’ es el ánima en pena de un muchacho que mató al papá para comerle las “asaduras”. En esta versión encontramos un personaje criado con toda libertad, demasiado mimado. Cuando era un “zaga letón” (adolescente) se fue de la casa y empezó a rodar. Acostumbrado a hacer todo lo que quería, quiso hacer lo mismo en la vida libertina que llevaba, mató a varias personas; muchas veces estuvo preso por diferentes delitos, sufrió tantos golpes que, cansado, regresa al rancho de sus padres. Estos lo reciben muy contentos. Se dice que pasados algunos días invitó al padre de cacería. En el camino encontraron un árbol que obstaculizaba el paso. Aquí el muchacho le dice a su padre: “Papá ¿porqué no enderezas ese palo? está atravesando en el camino. ¿Por qué no lo enderezas?
- ¡Ay hijo!, ese ya no se puede enderezar, había que haberlo hecho cuando estaba tierno, cuando estaba chiquito, ya está muy formado, muy crecido, ya no se puede.
- ¡Ah! si usted sabía eso, que las cosas torcidas se enderezan cuando están pequeñas, ¿por qué no me enderezó a mí cuando podía, cuando estaba a tiempo?
Usted me dejó crecer así: malo, torcido, caprichoso... usted no sabe cuánto he sufrido, he tenido que matar tanta gente y sufrir tantos golpes para llegar a este momento con vida”.
El muchacho le declaró, entonces, a su padre que lo iba a matar, que se vengaría por todo lo que había sufrido. Efectivamente lo mató, le sacó las vísceras y se las llevó a la mamá para que las cocinara.
Al conocer la verdad, la mamá lo maldijo diciéndole que no descansaría, sería errante y que cuando tratara de descansar oiría al perro tureco, latiendo y mordiéndole los talones.
Quienes lo han escuchado dicen que sus silbidos son tan horrorosos e intensos que rompe los oídos y priva a las personas aún sin atacarlas físicamente.
La leyenda del silbón, no es una fantasía, producto de la superstición, pertenece a la conciencia de un pueblo que no se interroga cuando habla de sus espantos, que no pregunta por su origen y procedencia, lo importante es que existen, por que lo han contado los abuelos de sus abuelos a sus padres y a sus hijos para mantener unidos por siempre los eslabones indisolubles de la tradición. Numerosos habitantes del llano expresan que lo han visto principalmente en el verano, cuando la sabana arde en épocas de sequía, sentado en los troncos de los árboles recogiendo ceniza de la cual se alimenta. Se afirma que en los tiempos de lluvias el espanto sale hambriento de justicia y se alimenta de los borrachos incautos que no reciben consejos y se atreven a recorrer los caminos del llano en busca de parranda.1